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Acerca de nosotros

Cultivamos una amplia gama de plantas de interior, de flor y de follaje, plantas perennes, verduras, arbustos y árboles poco comunes. Nuestros invernaderos con calefacción, de vanguardia, permiten la producción de plantas tropicales, como orquídeas Phalaenopsis, anturios, bromelias, lirios de la paz, begonias, hibiscos y follaje tropical. También producimos plantas perennes como impatiens de Nueva Guinea, petunias, hortensias, geranios, calas y dalias. El vivero de RPN produce arbustos, así como árboles autóctonos y exóticos en contenedores de 10 a 800 litros en nuestro moderno vivero de 10 hectáreas.

Mi padre, Peter Tayler, empezó en 1975 con su socio Ken Caldwell en Waipuna Rd, Mt Wellington, Auckland. Mi padre se licenció en Ciencias hortícolas y después se convirtió en funcionario de la MAF, que solía ir a todos los viveros y asesorarlos. Uno de estos viveros era un productor de tomates que solía cultivar algunas cosas como ciclamen y polyanthus. Massey Wood se acercó a Peter y le dijo que se jubilaba y le preguntó a mi padre si quería hacerse cargo de la empresa. Y lo hizo, aunque se deshizo de todos los tomates y empezó a cultivar plantas. En 1982, mi padre se trasladó a lo que es nuestro actual emplazamiento en Ramarama. Yo estudié una licenciatura en Ciencias aplicadas en la Universidad de Massey y, después de trabajar un poco fuera del vivero, regresé en cuanto me fue posible. Mi plan siempre había sido regresar al vivero. Por eso me fui a estudiar. Cuando volví, pasé un par de años en el cultivo de macetas, después 4 o 5 años en el vivero de árboles y, por último, empecé a encargarme de las ventas. Al cabo de unos años, contratamos a un asesor empresarial externo, mi tío, para que nos ayudara a desarrollar un plan estratégico sobre cómo integrarnos en la gestión del negocio, para que mi padre pudiera empezar a retirarse del negocio y, más adelante, jubilarse. Para mí sigue siendo importante celebrar reuniones mensuales y revisar los planes estratégicos con regularidad con un asesor externo a la empresa. El proceso de entonces era esencial para que todo el mundo, el personal, mi padre y yo mismo, supiéramos lo que estaba pasando. No creo que esta transición de padre a hijo fuera difícil para el personal, porque todos estaban al tanto de lo que estaba pasando. 

¿Por qué decidió entrar en la empresa familiar?

Siempre quise participar en el vivero, desde muy joven, y me gustaba mucho visitarlo. Me interesaban las plantas y me parecía genial participar en un negocio familiar. El primer recuerdo que tengo del negocio es el de enmacetar en una vieja máquina enmacetadora con tractores que traían 3 estantes en horquillas y que se cargaban a mano, para luego llevarlos al invernadero de sombra con cestas de fuchsias. Lo que me parecía más emocionante era intentar ver lo rápido que podía enmacetar, y que me pagaran. Cuando tenía 10 u 11 años, mi padre me llevaba una semana durante las vacaciones y cuando tenía 14 años, dos semanas durante las vacaciones. Cuando tenía entre 15 y 17 años, estaba en el vivero durante todas las vacaciones. Me encantaba, ir a trabajar con mi padre todos los días, conducir hasta aquí, conducir hasta casa sembrando. Me emocionaba decirle a mi padre cuántas plantas había enmacetado y, por lo tanto, ¡cuánta mezcla tenía que hacer con el tractor! Realmente no me importaba lo que me pagaran, estaba más motivado con lo que hacía. Hacer el trabajo y ver cuánto podíamos hacer.

¿Qué fue lo primero que cambió?, ¿por qué?

Lo primero que cambié fue empezar a ocuparnos de nuestro propio flete. Solíamos utilizar transportistas para todo, para el vivero y para los árboles. Sin embargo, el uso de transportistas para los árboles empezó a ser problemático debido a las exigencias erráticas e imprevisibles de esta industria. ¿La motivación para ocuparnos de nuestro propio transporte era ofrecer un mejor servicio a los clientes o una excusa para comprar un nuevo camión? En realidad, ambas cosas: ¡me encantan los camiones! Actualmente, Rainbow Parks Nurseries tiene 7 camiones y un par de semirremolques.

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¿Qué consejo le daría a otras personas que se plantean entrar en una empresa familiar o hacerse cargo de ella?

Muy sencillo: que se asesoren. Que trabajen en un plan. No acepten al primer asesor que se cruce en su camino, pidan referencias y después decidan. Soliciten un plan estratégico, asegúrense de tenerlo en la mesa o cerca y revísenlo con regularidad, siéntense en un despacho con los interesados. Eso es muy importante. Es demasiado fácil tomar la decisión de comprar algo que parece brillar sin pensarlo bien. Nuestro asesor se sentará en una reunión del consejo de administración y todo lo que supere una determinada cantidad tendremos que justificarlo, algo que considero correcto. Todo el mundo sabe lo que se hace en una empresa familiar.

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¿Qué le depara el futuro?

Nuestra empresa se enfrenta a algunos retos: la expansión urbana está justo en nuestro límite, lo que supone más de un dolor de cabeza, y, en segundo lugar, está el aspecto de la sostenibilidad, que tiene que ver con la sustitución de los combustibles fósiles para calentar los invernaderos y con el vertiginoso incremento de los precios del gas natural. En el futuro, esperamos seguir modernizándonos, y expandiéndonos, ofreciendo el mejor producto posible sin dejar de estar al tanto de las novedades y de las modas. Mi sueño sería trasladar el vivero más lejos de la ciudad. Trasladarnos a un sitio enorme donde podamos ser más eficientes, más automatizados y sostenibles. Por supuesto, el desafío es asegurarnos de que podemos obtener un rendimiento lo suficientemente decente al trasladarnos a un nuevo emplazamiento. Creo que estoy preparado para ese desafío. 

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Generaciones: Andrew Tayler (43), 2ª generación

El proceso de entonces era esencial para que todo el mundo, el personal, mi padre y yo mismo, supiéramos lo que estaba pasando. 

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Vivero: Rainbow Park Nurseries, Nueva Zelanda

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El proceso de entonces era esencial para que todo el mundo, el personal, mi padre y yo mismo, supiéramos lo que estaba pasando. 

Vivero: Rainbow Park Nurseries, Nueva Zelanda

Generaciones: Andrew Tayler (43), 2ª generación

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Acerca de nosotros

Cultivamos una amplia gama de plantas de interior, de flor y de follaje, plantas perennes, verduras, arbustos y árboles poco comunes. Nuestros invernaderos con calefacción, de vanguardia, permiten la producción de plantas tropicales, como orquídeas Phalaenopsis, anturios, bromelias, lirios de la paz, begonias, hibiscos y follaje tropical. También producimos plantas perennes como impatiens de Nueva Guinea, petunias, hortensias, geranios, calas y dalias. El vivero de RPN produce arbustos, así como árboles autóctonos y exóticos en contenedores de 10 a 800 litros en nuestro moderno vivero de 10 hectáreas.

Mi padre, Peter Tayler, empezó en 1975 con su socio Ken Caldwell en Waipuna Rd, Mt Wellington, Auckland. Mi padre se licenció en Ciencias hortícolas y después se convirtió en funcionario de la MAF, que solía ir a todos los viveros y asesorarlos. Uno de estos viveros era un productor de tomates que solía cultivar algunas cosas como ciclamen y polyanthus. Massey Wood se acercó a Peter y le dijo que se jubilaba y le preguntó a mi padre si quería hacerse cargo de la empresa. Y lo hizo, aunque se deshizo de todos los tomates y empezó a cultivar plantas. En 1982, mi padre se trasladó a lo que es nuestro actual emplazamiento en Ramarama. Yo estudié una licenciatura en Ciencias aplicadas en la Universidad de Massey y, después de trabajar un poco fuera del vivero, regresé en cuanto me fue posible. Mi plan siempre había sido regresar al vivero. Por eso me fui a estudiar. Cuando volví, pasé un par de años en el cultivo de macetas, después 4 o 5 años en el vivero de árboles y, por último, empecé a encargarme de las ventas. Al cabo de unos años, contratamos a un asesor empresarial externo, mi tío, para que nos ayudara a desarrollar un plan estratégico sobre cómo integrarnos en la gestión del negocio, para que mi padre pudiera empezar a retirarse del negocio y, más adelante, jubilarse. Para mí sigue siendo importante celebrar reuniones mensuales y revisar los planes estratégicos con regularidad con un asesor externo a la empresa. El proceso de entonces era esencial para que todo el mundo, el personal, mi padre y yo mismo, supiéramos lo que estaba pasando. No creo que esta transición de padre a hijo fuera difícil para el personal, porque todos estaban al tanto de lo que estaba pasando. 

¿Por qué decidió entrar en la empresa familiar?

Siempre quise participar en el vivero, desde muy joven, y me gustaba mucho visitarlo. Me interesaban las plantas y me parecía genial participar en un negocio familiar. El primer recuerdo que tengo del negocio es el de enmacetar en una vieja máquina enmacetadora con tractores que traían 3 estantes en horquillas y que se cargaban a mano, para luego llevarlos al invernadero de sombra con cestas de fuchsias. Lo que me parecía más emocionante era intentar ver lo rápido que podía enmacetar, y que me pagaran. Cuando tenía 10 u 11 años, mi padre me llevaba una semana durante las vacaciones y cuando tenía 14 años, dos semanas durante las vacaciones. Cuando tenía entre 15 y 17 años, estaba en el vivero durante todas las vacaciones. Me encantaba, ir a trabajar con mi padre todos los días, conducir hasta aquí, conducir hasta casa sembrando. Me emocionaba decirle a mi padre cuántas plantas había enmacetado y, por lo tanto, ¡cuánta mezcla tenía que hacer con el tractor! Realmente no me importaba lo que me pagaran, estaba más motivado con lo que hacía. Hacer el trabajo y ver cuánto podíamos hacer.

¿Qué fue lo primero que cambió?, ¿por qué?

Lo primero que cambié fue empezar a ocuparnos de nuestro propio flete. Solíamos utilizar transportistas para todo, para el vivero y para los árboles. Sin embargo, el uso de transportistas para los árboles empezó a ser problemático debido a las exigencias erráticas e imprevisibles de esta industria. ¿La motivación para ocuparnos de nuestro propio transporte era ofrecer un mejor servicio a los clientes o una excusa para comprar un nuevo camión? En realidad, ambas cosas: ¡me encantan los camiones! Actualmente, Rainbow Parks Nurseries tiene 7 camiones y un par de semirremolques.

¿Qué consejo le daría a otras personas que se plantean entrar en una empresa familiar o hacerse cargo de ella?

Muy sencillo: que se asesoren. Que trabajen en un plan. No acepten al primer asesor que se cruce en su camino, pidan referencias y después decidan. Soliciten un plan estratégico, asegúrense de tenerlo en la mesa o cerca y revísenlo con regularidad, siéntense en un despacho con los interesados. Eso es muy importante. Es demasiado fácil tomar la decisión de comprar algo que parece brillar sin pensarlo bien. Nuestro asesor se sentará en una reunión del consejo de administración y todo lo que supere una determinada cantidad tendremos que justificarlo, algo que considero correcto. Todo el mundo sabe lo que se hace en una empresa familiar.

¿Qué le depara el futuro?

Nuestra empresa se enfrenta a algunos retos: la expansión urbana está justo en nuestro límite, lo que supone más de un dolor de cabeza, y, en segundo lugar, está el aspecto de la sostenibilidad, que tiene que ver con la sustitución de los combustibles fósiles para calentar los invernaderos y con el vertiginoso incremento de los precios del gas natural. En el futuro, esperamos seguir modernizándonos, y expandiéndonos, ofreciendo el mejor producto posible sin dejar de estar al tanto de las novedades y de las modas. Mi sueño sería trasladar el vivero más lejos de la ciudad. Trasladarnos a un sitio enorme donde podamos ser más eficientes, más automatizados y sostenibles. Por supuesto, el desafío es asegurarnos de que podemos obtener un rendimiento lo suficientemente decente al trasladarnos a un nuevo emplazamiento. Creo que estoy preparado para ese desafío. 

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